Un gris expansivo | 2025
Instalación, maqueta y fotografía.
Exhibida en el Museo La Neomudéjar. Madrid.
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Instalación, maqueta y fotografía.
Exhibida en el Museo La Neomudéjar. Madrid.
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El proyecto aborda la relación [imaginaria] entre dos máquinas situadas en antiguos recintos industriales de
finales del siglo XIX. Motores económicos a nivel nacional que ocuparon cientos de trabajadores hasta finales del siglo XX: la caldera de Fabra I Coats, actualmente una fábrica de creación en Barcelona y el motor del antiguo almacén de pequeños materiales y telégrafos MZA, hoy centro de vanguardiagarde arte y experimentación, Museo La Neomudejar, Madrid. Ambas máquinas tienen una enorme carga simbólica como huella de la comunidad obrera y nuestra arqueología industrial.
Imagina una conexión emocional y temporal, explorando las relaciones entre maquinaria y pensamiento tecnológico, buscando un tejido de metáforas aplicables a los comportamientos humanos. La exposición, articulada en dos actos, muestra la agonía y extinción de dos seres mecánicos durante la transición energética y productiva del final del siglo XX. Las obras parten de un territorio museístico: archivos fotográficos y utensilios de las dos naves y se convierten en una historia fabricada. En este viaje se crea una fecunda combinación de lenguajes: performance e intervenciones específicas que generan obras derivadas en diversos formatos y soportes. Composiciones sonoras, visuales y virtuales en las que
han colaborado David Infantes Lopez, arquitecto especializado en fotogrametría aérea 3D y Marian Marquez Ruiz de Gopegui, compositor musical
Ahora fábricas de creación artística, ambas naves preservan el alma principal, con una fuerte carga simbólica: el núcleo energético, huella del trabajo de los trabajadores.
finales del siglo XIX. Motores económicos a nivel nacional que ocuparon cientos de trabajadores hasta finales del siglo XX: la caldera de Fabra I Coats, actualmente una fábrica de creación en Barcelona y el motor del antiguo almacén de pequeños materiales y telégrafos MZA, hoy centro de vanguardiagarde arte y experimentación, Museo La Neomudejar, Madrid. Ambas máquinas tienen una enorme carga simbólica como huella de la comunidad obrera y nuestra arqueología industrial.
Imagina una conexión emocional y temporal, explorando las relaciones entre maquinaria y pensamiento tecnológico, buscando un tejido de metáforas aplicables a los comportamientos humanos. La exposición, articulada en dos actos, muestra la agonía y extinción de dos seres mecánicos durante la transición energética y productiva del final del siglo XX. Las obras parten de un territorio museístico: archivos fotográficos y utensilios de las dos naves y se convierten en una historia fabricada. En este viaje se crea una fecunda combinación de lenguajes: performance e intervenciones específicas que generan obras derivadas en diversos formatos y soportes. Composiciones sonoras, visuales y virtuales en las que
han colaborado David Infantes Lopez, arquitecto especializado en fotogrametría aérea 3D y Marian Marquez Ruiz de Gopegui, compositor musical
Ahora fábricas de creación artística, ambas naves preservan el alma principal, con una fuerte carga simbólica: el núcleo energético, huella del trabajo de los trabajadores.

Primer acto
La agonía de la máquina moderna
Los domingos por la noche se ponían en marcha las calderas y las amas de casa del barrio ya sabían que el lunes no podían hacer la colada, pues el ambiente estaba lleno de hollín, de un gris expansivo.
Con el advenimiento del gas primero y la electricidad, más tarde, este problema se resolvió.
Durante la sustitución del vapor por la electricidad como fuente de energía, en la primera década del siglo XX, las plantas industriales ganaron en seguridad y el proceso de producción se hizo continuo, pudiendo trabajar día y noche ininterrumpida ya que la luz natural dejó de ser un hecho decisivo para la industria. En este contexto y a plena capacidad, dos máquinas modernas se comunican entre sí y generan sinergias invisibles a cientos de kilómetros de distancia.
Con el advenimiento del gas primero y la electricidad, más tarde, este problema se resolvió.
Durante la sustitución del vapor por la electricidad como fuente de energía, en la primera década del siglo XX, las plantas industriales ganaron en seguridad y el proceso de producción se hizo continuo, pudiendo trabajar día y noche ininterrumpida ya que la luz natural dejó de ser un hecho decisivo para la industria. En este contexto y a plena capacidad, dos máquinas modernas se comunican entre sí y generan sinergias invisibles a cientos de kilómetros de distancia.
La caldera de la fábrica Fabra I Coats en Barcelona y el motor del antiguo almacén de pequeños materiales y telégrafos MZA en Madrid protagonizan esta historia de dos actos. Su energía abastece la actividad de cientos de trabajadores. Ambos ecosistemas se comunican con el crujido de sus engranajes y como ballenas transoceánicas, narran historias de migraciones y encuentros a un séquito de seres que navegan a su alrededor. Sin embargo, dada la llegada de la transición energética y productiva del final del siglo XX, comienza su agonía. La caldera de Fabra y Coats muestra los primeros síntomas de muerte con la crisis económica de principios del decenio de 1980 y los planes de re conversión industrial. El motor de la antigua MZA Small Material and Telegraph Warehouse, uno de los más importantes establecimientos de reparación ferroviaria del país, está apagado debido a la reestructuración del sector ferroviario.

Impresión plotter y detalle de la malla 3D de la
caldera de Fabra i Coats 500 x 500 cm.
A la izquierda, instalación site specific, en el motor del antiguo almacén de pequeño material y telégrafos MZA.
A la derecha, maqueta del motor.
Segundo acto
Extinción de la máquina moderna
La máquina moderna tiene su origen en la máquina artesanal y ha evolucionado a través de ajustes y refinamientos para lograr las conquistas técnicas actuales donde la sociedad civilizada moderna se apoya y gira. Hay que recordar que las obras más antiguas relativas a los comienzos de la fabricación de máquinas provienen de la sociedad esclava.
En 1875, el alemán Reuleaux publicó su teoría cinemática, que establece los principios básicos, que son la médula y la base de la ciencia de las máquinas de esta era y dice: "La máquina consiste en una reunión de órganos o cuerpos resistentes, está hecha para que a través de ella sea posible hacer que las fuerzas mecánicas naturales ejecuten. Actualmente, la máquina se considera el resultado de un diseño (de una construcción) que implica dos grupos de factores:
En 1875, el alemán Reuleaux publicó su teoría cinemática, que establece los principios básicos, que son la médula y la base de la ciencia de las máquinas de esta era y dice: "La máquina consiste en una reunión de órganos o cuerpos resistentes, está hecha para que a través de ella sea posible hacer que las fuerzas mecánicas naturales ejecuten. Actualmente, la máquina se considera el resultado de un diseño (de una construcción) que implica dos grupos de factores:
1.- Naturaleza mecánica (las piezas y mecanismos que las constituyen).
2.- Naturaleza no mecánica (estética, mercados, impacto social, régimen político dominante, etc.)
Ambos conjuntos de factores 1 y 2 hacen que las máquinas modernas adquieran varias configuraciones y características dependiendo del entorno socio político y económico en el que se diseñan, construyen y utilizan. Así pues, a medida que el desarrollo tecnológico progresa al final del siglo XX, la llegada de nuevos mecanismos económicos mundiales sustituye a los sistemas locales que apoyaban a la industria nacional.
2.- Naturaleza no mecánica (estética, mercados, impacto social, régimen político dominante, etc.)
Ambos conjuntos de factores 1 y 2 hacen que las máquinas modernas adquieran varias configuraciones y características dependiendo del entorno socio político y económico en el que se diseñan, construyen y utilizan. Así pues, a medida que el desarrollo tecnológico progresa al final del siglo XX, la llegada de nuevos mecanismos económicos mundiales sustituye a los sistemas locales que apoyaban a la industria nacional.
En este contexto, la caldera de la fábrica Fabra I Coats de Barcelona y el motor del antiguo almacén de pequeños materiales y telégrafos MZA de Madrid pertenecen al conjunto de máquinas extintas. Sus huellas dan testimonio de las características, funciones y evolución de un sistema energético pasado. Su muerte deja enormes esqueletos, órganos y cuerpos mecánicos que eran ecosistemas para las comunidades de trabajadores.
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Fotogrametría aérea y escaneo 3D de la caldera de Fabra I Coats. En colaboración con David Infantes López.
